El Sentido y Aplicación de una Fianza

A lo largo de la vida se suele dar el caso de que adquirimos obligaciones, sean del tipo jurídico o financiero. En algunos de estos casos es necesaria para el acreedor  de dicha obligación una especie de garantía para el cumplimiento de la misma, y es a eso a lo que nos referiremos como fianza.

La fianza no es más que una garantía que busca el cumplimiento de una obligación. La fianza puede darse como una garantía real; un ejemplo notable de este tipo de fianza es el depósito que se entrega al arrendar un inmueble como garantía del cumplimiento de las cuotas y para responder por cualquier daño causado a la propiedad arrendada.

La fianza también puede darse como una garantía personal por medio del contrato de fianza. En este contrato aparece la figura de un tercero no relacionado con el acreedor ni el deudor, y a esta figura se le conoce como fiador. El fiador se compromete con el acreedor a responder por la obligación en el caso en que el deudor no cumpla. La naturaleza de este contrato es gratuita y consensual, y suele darse como un favor que le hace el fiador al deudor, generalmente ligados por una relación de confianza. No obstante, la ley protege al fiador en caso de que este termine por pagar la obligación, para que el deudor le reintegre el importe de la misma.

El cobro de una fianza aplica cuando el deudor no fue capaz de cumplir con la obligación finalizado el tiempo previsto. El acreedor entonces debe proceder a comprobar el incumplimiento al fiador para hacer efectivo el cobro de la fianza. El fiador puede invocar un beneficio de excusión siempre que sea capaz de señalarle al acreedor que el deudor cuenta con bienes suficientes para cumplir con la obligación. De este modo, la obligación recae de nuevo en el deudor.

Si bien el objeto de una fianza es asegurar el cumplimiento de la obligación, este no es siempre el caso. Por tanto, es importante estar al tanto de los puntos expuestos acerca del sentido y aplicación de una fianza.

 

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